Hace años era imposible ver millones de recetas con un solo clic. Así como obtener inspiración de grandes chefs sin pagar sumas de dinero que, desde luego, no estaban al alcance de todos. Es tan fácil como preguntar a nuestros mayores, padres y abuelos sobre el difícil acceso a la gastronomía que había en sus tiempos, para hacerse una ligera idea. Sin embargo, ahora la digitalización y, por ende, las redes sociales, han convertido a la cocina en algo mucho más accesible.
Por otro lado, las plataformas como Instagram han brindado a chefs reconocidos, cocineros y a usuarios aficionados de la cocina, la posibilidad de mostrar sus recetas y creaciones a mucha gente en muy poco tiempo. De hecho, actualmente, Instagram cuenta con 100.000 millones de usuarios que se conectan cada mes a la plataforma y más de 500 millones que la utilizan diariamente. Lo más interesante es que probablemente todos estos usuarios hayan navegado, aunque sea alguna vez, por alguna cuenta gastronómica
Este fenómeno o este “boom” de las cuentas de cocina ha evolucionado hacia el nuevo concepto de “comer con los ojos”. Como comentábamos, esto era impensable hace muy poco años, pero ahora se trata de un concepto arraigado a esta Era Digital y es una moda que permite a cualquier usuario conocer la diversidad de la gastronomía a nivel mundial.
Es decir, la digitalización ha transformado el mundo culinario, sobre todo el de alta cocina, en una realidad muchísimo más accesible para todo el mundo. Todo ello ha generado un incremento en el interés por la comida que además va en aumento, por lo que muchas personas se han visto interesadas en hacer de esta nueva realidad su estilo de vida al compartirlo, como ya hemos mencionado, también en sus redes sociales.
Asimismo, este fenómeno ha influido en que chefs de todo el mundo puedan inspirarse y compartir diferentes conocimientos entre ellos con mucha celeridad y desde cualquier punto del mundo.
La globalización ha posibilitado la conexión instantánea de muchas personas, y esto tiene un indudable impacto en el mundo gastronómico porque, tal y como dice Albert Adrià, los cocineros deben intercambiar conocimientos entre ellos para poder mejorar y revolucionar diferentes aspectos de la cocina, y esta nueva realidad ha facilitado este proceso de manera drástica.
Al crearse espacios digitales en las redes, enfocados en compartir conocimientos culinarios, hoy en día se puede conocer a tiempo real lo que diferentes cocineros están generando y probando para avanzar en el mundo gastronómico.
Probablemente, resulta un poco sorprendente el hecho de que la gastronomía se esté digitalizando de manera tan eficiente, pero los beneficios de esto no son pocos. Por ejemplo, hay muchos chefs que están empezando a adentrarse en el mundo de la enseñanza por medio de este tipo de tecnologías.
En la escuela de cocina online Talent Class contamos con chefs tan prestigiosos como Albert Adrià, Carme Ruscalleda, los chefs de Elkano, Benito Molina o los chefs de Disfrutar; que comparten sus conocimientos de manera online con sus alumnos.
Evidentemente, no todo el mérito de esta nueva situación corresponde a las redes sociales, ya que los medios de comunicación también han jugado un papel importante, quienes han visto esta tendencia de interés por la cocina y no han dudado en crear contenido para dar a los usuarios exactamente lo que quieran.
Una prueba del éxito y el interés por este tipo de formatos son programas que nunca antes habían tenido tanta notoriedad como por ejemplo Master Chef, que reúne en frente de la televisión u ordenador a una media de 2.373.000 espectadores en lineal, y a 670.000 espectadores de media en diferido; todo esto según Kantar, por programa.
En resumen, hoy en día los más pequeños ya no quieren ser futbolistas, ni bailarinas, ni astronautas, quieren ser cocineros. Y es que no hay ninguna duda de que la cocina está de moda.
Vivimos en una época en la que tenemos toda la información que queremos, y más, con un solo movimiento de ratón, aprovechémosla. Indaguemos, descubramos cómo se elabora esta receta que tan buena pinta tiene, y mejor aún, consigamos que nuestra abuela esté orgullosa de “lo bien que guisa mi nieto”.
